En el ser humano se da la necesidad de contar con otras personas, de las que se esperan determinadas respuestas. Aunque en la realidad, llamémosla material, estas otras personas estén presentes, si su respuesta se aleja de la que creemos y sentimos necesitar esto se traducirá en un sentimiento de soledad y vacío. Es decir, los sentimientos de soledad y vacío no derivan necesariamente de la ausencia de otras personas, sino, sobre todo, de la ausencia de respuestas (subjetivamente) esperadas.
Me centraré aquí en describir las condiciones internas que conducen a estos sentimientos: Todo va a depender de cómo esté estructurada la propia expectativa de respuesta. Si ésta está caracterizada por provenir de posiciones altamente egocéntricas e idealizadoras, muy exigentes, para que nos entendamos, en cuanto a cómo debe ser la respuesta de los otros, lo más probable es que la respuesta real obtenida sea insatisfactoria. Ante esta asusencia de respuesta esperada nos sentiremos frustrados, incluso heridos y ofendidos, posiblemente enfadados. Nos sentiremos lejos, si esperábamos cercanía; humillados, si esperábamos admiración; invisibles, si lo que esperábamos es ser mirados.
Además ocurrirá una cosa más: muchas de nuestras reacciones posteriores, por ejemplo atacar al otro por no responder adecuadamente o aislarnos para no ser nuevamente dañados, empeorarán la situación, ya que la respuesta del otro ante nuestras reacciones se alejará todavía más de la respuesta inicial esperada, pudiendo desembocar en un empobrecimiento importante de las respuestas obtenidas.
Desde posiciones menos egocéntricas e idealizadoras, más maduras evolutivamente hablando, será más fácil percibir lo bueno, cuando lo haya, de lo que nos ofrecen los demás, así como entender como normal la existencia de aspectos negativos, pudiéndose sentir, por tanto, que se cuenta en cierta medida con personas y respuestas a nuestras necesidades.
En resumen: los sentimiento de soledad y vacío dependen, por supuesto, de las respuestas por parte de los demás de las que disponemos, pero, sobre todo, de cómo sea nuestra expectativa de respuesta. Los sentimientos de soledad y vacío expresan nuestra decepción con respecto a los demás.